Tu mano, tan segura de si misma, me acaricia lentamente como si hubiera sido creada tan solo para ello. Mi respiración se entrecorta con su tacto. Mi cuerpo de siente levitar en el silencio. Las palabras dejan de tener sentido y lo único que soy capaz de hacer es dejarme llevar. Te miro fijamente por unos segundos. Intento descifrar que dicen tus ojos. Tal vez tu me observes pensando lo mismo. Nos quedamos quietos. Serios. Sin retirar la mirada el uno del otro. Ya no soy capaz de pensar mas, solo estoy esperando a que te decidas.
Cierro los ojos y siento que la oscuridad me va a absorver. En el
reproductor suena una canción sugerente. ¿Aún te lo estás pensando? Me abrazas
y me susurras algo, despacio. Abro los ojos lentamente. Tus manos me desnudas y
no lo impido. Me conformo con disfrutar del momento, dejando las consecuencias
escondidas en algún lugar dentro de esa loca cabeza mía. Me basta con disfrutar
de tu compañía esta noche. Lo prefiero a pensar en como hubiera sido. Prefiero tenerte
hoy a perderte mañana. Yo ya no voy a encontrar a nadie que me quiera.
Y mientras esos pensamientos corren por mi mente me besas una última
vez... Como si aún tuvieras que convencerme. Te acuestas sobre mí. Te miro
seriamente y de mis labios surge una pequeña sonrisa. Quisiera mantenerte así,
para siempre, y se que no olvidaré este momento. Ámame esta noche. Ámame bien,
porque se que es la primera y será la última.
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