miércoles, 3 de abril de 2013

Rechazado.


El solía brillar con la fuerza del sol. Acostumbraba a volar en vez de caminar y respiraba de una forma extraña. Nada parecía afectarle. Se encontraba inmerso en el mismo, en paz. En su burbuja, en su mundo. En el paraíso o tal vez en el cielo. El solía arrasar en todos los sentidos. Él no tenía problemas y todo estaba bien. Todo era bueno, pero… nada se comparaba a ella. 

<<ELLA>> 

Su dulzura y su sonrisa. Su voraz gracia en cada acción lo atrapó.  
Ella y el se parecían. Ambos iban a su aire, libres, felices, sin torpezas. Pero algo cambió. Uno de ellos decidió que su felicidad debía depender de otra cosa en vez de su libertad, como hasta ahora. 
El parecía moverse a su son, parecía disfrutar tan solo observándola. Un día, su vida ya no es su vida. Sus movimientos ya no le pertenecen. Incluso los latidos de su corazón parecían modificados. Y entonces ocurre. Ese día, el comenzó a saber sobre el dolor. Lentamente, paso a paso. Y a medida que lo iba conociendo, su brillo se hacía menor. Ese resplandor cegador, esa burbuja que parecía protegerle desaparecían poco a poco, consumiéndose, al igual que si grandeza.

<<TE QUIERO>>

Que dolor tan grande... Como si de una puñalada se tratase, su pecho empezó a doler hasta morir. No hicieron falta palabras. El sabía antes de escuchar esa dulce voz de amargas palabras, que el rechazo era inminente. Sus ojos no engañaban. Sus ojos hablaban... Sus ojos, le rechazaban. 

No creo en el amor, dijo días después.
Ella brillaba como el primer día. El se había apagado, consumido por un monosílabo. Castigado. Hundido. El no cree ya en el amor. El perdió la esperanza. El perdió su luz. El se convirtió en otro exclavo de la sociedad, se entregó al desajuste olvidando que un día fue feliz. Olvidó que un día, una preciosa princesa le convenció de que, el amor, es algo inexistente.

 

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